TIMOTEO LIEVANO, DOCENTE MODERNO A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
Por
René Alberto Contreras
La puntualidad en sus compromisos era una de las tantas disciplinas que el maestro Timoteo Liévano trató de inculcar en sus alumnos cuando apenas comenzaba el siglo XX en Zacatecoluca y Guadalupe para tratar de contrarrestar esa vieja y mala costumbre de llegar tarde a las citas o puntos de encuentro, justificándonos en que “así somos los salvadoreños”.
La puntualidad en sus compromisos era una de las tantas disciplinas que el maestro Timoteo Liévano trató de inculcar en sus alumnos cuando apenas comenzaba el siglo XX en Zacatecoluca y Guadalupe para tratar de contrarrestar esa vieja y mala costumbre de llegar tarde a las citas o puntos de encuentro, justificándonos en que “así somos los salvadoreños”.
La también maestra
y discípula de Liévano, Ninfa Margarita Iraheta, relataba a sus alumnos en el
Colegio San Agustín, en la década de los años 50, aquella dedicación de su
maestro por enseñarles, no solo conocimientos, sino buenas costumbres y valores,
aspirando hacer de la persona un ser integral que al final diera un aporte
positivo a la sociedad.
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Timoteo Liévano |
Liévano insistía
que la entrada a su colegio era a las 8.00 de la mañana en punto, ni un minuto más
ni uno después, y así fueron formándose muchos hombres y mujeres que
posteriormente trataron de transmitir la misma costumbre a sus educandos,
subalternos o compañeros de trabajo.
El mentor murió el
16 de abril de 1939 después de poco más de medio siglo de dedicarse a la
docencia particular, pues nunca entró al sistema oficial del magisterio,
laborando en las ciudades de Zacatecoluca, departamento de La Paz y Guadalupe,
correspondiente al de San Vicente.
El maestro se
anunciaba en los periódicos de la zona paracentral, en “Cuscatlán”, de
Cojutepeque, decía un campo pagado: “Enseñanza para alumnos de ambos sexos,
mayores de 14 años y en número que no pase de 25, tengo disponibles las horas
de las 8 a las 11 de la mañana y de las 7 a las 9 de la noche, para clases
sobre: 1. Idioma Nacional, 2. Escrituras al dictado y correspondencia
epistolar, 3. Aritmética razonada, 4. Geografía e historia de C. A. 5. Moral e
instrucción cívica y pláticas sobre lo que se llama cultura social. Las clases
comenzarán el 5 de los corrientes. Timoteo Liévano. Zacatecoluca, 1º de febrero
de 1924”.
Centro Escolar Timoteo Liévano, San Pedro Nonualco |
El periódico hizo
un comentario sobre ese anuncio: “El maestro Timoteo Liévano que es honra del
magisterio nacional, viene luchando desde hace muchos años contra el
analfabetismo, y por las asignaturas que consigna, podrá verse los métodos
instructivos seguidos por él, que a la par de ser prácticos, tienen la ventaja de
no atolondrar al estudiante con multitud de asignaturas que no tengan contacto
con la rama principal de instrucción aceptada por tal o cual género de la vida
activa”.
En Zacatecoluca
existía conciencia de la labor desempeñada por Liévano como pedagogo, a tal
grado que en homenaje a su esfuerzo el pintor Marcelino Carballo se ofreció
para hacer, sin cobrar, un retrato del maestro, mientras que el obrero Camilo
Minero (padre del pintor del mismo nombre) dijo que haría el marco
gratuitamente. La obra fue elaborada pero al final se dio por perdida, según lo
relató en un artículo periodístico Víctor Manuel Córdova.
El Diario de Hoy
del 20 de abril de 1939 al referirse al fallecimiento de Liévano, ocurrido 4
días antes, recordó que el maestro fue el fundador del Colegio Santa Rosa, de
Guadalupe.
“Zacatecoluca
pierde con la muerte de este querido maestro, uno de sus hijos más ilustres y
Guadalupe un amigo sincero y bondadoso de grata recordación”, refirió el
corresponsal de este matutino.
Córdova, en otro
artículo sobre la vida de Liévano, relató una anécdota: un campesino llegó un
día donde el profesor para que le redactara una carta “dirigida a un superior
sujeto, posible compadre tal vez, quizá padrino de la indizuela que se
casaría”.
El maestro escuchó
al hombre y luego redactó la carta “transformada en conceptos breves, claros,
simpáticos y convincentes”, sin embargo, el campesino que era analfabeta dijo a
Liévano: “Sabe don Timo, que me ha quedado una cosita que no le debe faltar a
la carta”. Veamos, respondió el profesor. “Agréguemele allí , que perdone la
mala letra”.
Liévano era el maestro
que atendía a todos y siempre estuvo en la vida activa de las ciudades donde
residió. En su lecho de enfermo poco antes de morir elogió los homenajes
dedicados a otro viroleño, José Simeón Cañas,
para quién en 1939 estudiantes de Zacatecoluca viajaron en peregrinación a su tumba en la
iglesia el Pilar, de San Vicente.
El maestro escribió
desde su cama lo siguiente sobre ese acto al que ya no pudo asistir: “Para la
apoteosis del Padre Cañas hubo música selecta; prensa riquísima; tribuna
elocuente. Todo muy bueno y muy digno, pero la nota que mejor habló al alma fue
la peregrinación de los niños hacia la tumba del glorificado que dormido estaba
en la noble ciudad de San Vicente”
“¡Qué mente tan
fresca la que concibió esa peregrinación!, ¡Qué idea tan feliz!, ¡Y qué
realización tan esplendida! Yo hubiera querido escribir siquiera una palabra sobre esa vida de luz y
de bondad; pero también hubiera querido una pluma desprendida de las alas de un
águila y otra de las alas desprendidas de un ángel”. Timoteo Liévano.
El maestro procreó
cinco hijos, Jesús y Francisco Contreras Liévano, con Mercedes Contreras y
Guillermo, Salvador y María de Jesús Liévano, con Jesús Coto.
Leo con mucha atención lo que se pública en "LOS MOTETES DEL TECOLOTE", en este me llama la atención que se tiene la fecha del fallecimiento del INSIGNE MAESTRO Timoteo Lievano, pero no se dice nada del lugar, ni de la fecha de nacimiento.
ResponderBorrarAdelante René.