CAMILO MINERO EL VIROLEÑO PINTOR DEL PUEBLO


 Por René Alberto Contreras

Una noche de febrero de 1990 en Managua unos amigos me invitaron a comer pupusas en un negocio que habían instalado salvadoreños exiliados en Nicaragua, le pusieron el nombre de El Cipitío y a la entrada estaba un rótulo de madera pintado con los trazos diagonales y el amarillo característico de un artista salvadoreño considerado el pintor del pueblo: Camilo Minero.
    Razón tuvo Jorge A. Cornejo al titular su ensayo “Camilo Minero: Pintor del Pueblo”, pues era un hombre realmente vinculado con su pueblo, el de los niños panzones,  el vendedor de periódicos, la rueda de caballitos, las casuchas, el rostro del obrero o del campesino.
   De Camilo comencé a escuchar en nuestra ciudad, Zacatecoluca, donde él había nacido en el barrio Analco  el 17 de noviembre de 1917, muy cerca de la fecha de la Revolución Rusa, que tanto admiró.
   La primera vez que vi su rostro, con unos audífonos en sus orejas, fue en la portada de La Prensa Gráfica que publicó su foto como partícipe en 1962 del Congreso Mundial de Desarme General y la Paz, realizado en Moscú, la Unión Soviética.   

Camilo Minero (Foto: Mariano Galán)
 
    Su infancia la pasó en su ciudad natal. En una entrevista que le hizo el escritor Mario Noel Rodríguez relató que su padre, también de nombre Camilo , tenía una funeraria y que él le ayudaba en la atención a quienes buscaban sus servicios, “hasta dormía en los ataúdes”, dijo.
   “A las cuatro de la mañana nos llevaban los muertos y teníamos que atenderlos, yo me levantaba a preparar la caja, la forraba, yo también hacía cajas, porque a los dieciséis, dieciocho años trabajé como carpintero” relató en la entrevista.
   La mamá de Camilo fue la señora Josefina Nóchez de Minero.  Sus hermanos: Marta, Francisco Rodil, Doroteo y Alejandro. Los tres hombres también fueron carpinteros que decidieron vivir siempre en Zacatecoluca.
   El taller de Don Camilo estaba en la “calle a la Estación” después bautizada con el nombre del abogado Miguel Tomás Molina. Los escolares del Colegio San Agustín, ubicado a pocos metros, iban en la década del 50 a comprar las tablitas ya cepilladas y recortadas adecuadamente para hacer sus trabajos de manualidades.
   Más que negocio la venta de las tablas era el aporte de Don Camilo a los escolares para que desarrollaran las habilidades manuales, que se incluían en los planes de estudio de esa época.
   Los primeros pasos en la pintura Camilo los dio como alumno de Marcelino Carballo con quién empezaron varios de los viroleños que se dedicaron a este arte. 

Camilo Minero (Foto: Mariano Galán)
 
    “Cuando vine a San Salvador por la subsistencia, trabajé en el Teatro Nacional de escenógrafo, pintaba las escenografías de las compañías que venían al país, de Argentina, de España, de México, también hice una gran embocadura del Ballet Bolshoi de Rusia, un enorme telón que les gustó mucho a los rusos”, refirió en la entrevista de Mario Noel.
    Siguió diciendo que trabajó en Bellas Artes y fue becado  para ampliar sus conocimientos pictóricos en México donde estuvo 3 años, primero en el Instituto Politécnico Nacional y luego en el Taller de Artes Gráficas Populares  en el que estudió grabado.
    Camilo se casó con María del Carmen Cornejo (falleció el 29 de agosto de 2020) con quien procreó a sus hijas Ana María, Diana y Margarita.
   “Soy un pintor de la Escuela Realista que viene desde los griegos, todo el renacimiento, pasando por el Neo-clásico, hasta el impresionismo y las nuevas corrientes: Cubismo, Futurismo, Fauvismo”, aseguró el pintor viroleño.
      “ Yo soy un pintor popular, porque los temas son tomados de la vida del pueblo, del mercado, de la calle, de gente humilde, de niños humildes, o sea de la gente ignorada”, se definió Camilo en aquella entrevista hecha por Rodríguez como parte de una muestra que el entonces Consejo Nacional de Cultura montó en la Sala Nacional de Exposiciones, del parque Cuscatlán, en 1997. 

Pintura en Casa de la Cultura, Zacatecoluca. (Foto: Toño Díaz)
 
   Seguí viendo las pinturas  de Camilo cotidianamente, un mural lo dejó plasmado en una pared que daba del primero al segundo piso de las oficinas centrales de la Universidad de El Salvador, el que se perdió por los daños que en ese edificio dejó el terremoto del 10 de octubre de 1986.
    Continuó el artista con su aporte a la Universidad y pintó otro mural, cuando se desempeñaba como docente de la Escuela de Artes, en una pared de madera prensada de una de las cabañas donde comenzó esta unidad académica. Estuvo expuesto por varios años al sol, la lluvia y el polvo hasta que fue trasladado al actual local (antigua Biblioteca Central).
   “Yo trabajé mucho mural en Nicaragua, fui profesor de la Universidad Politécnica de Nicaragua. Pinté muchos murales en México, en la Universidad de El Salvador. El terremoto botó ese mural y quise pagar para que lo levantaran pero estaba todo destruido”, dijo Minero.
   El gobierno del Presidente Armando Calderón Sol, siendo su ministra la Lic. Cecilia Gallardo de Cano, entregó el 5 de noviembre de 1996 el Premio Nacional de Cultura a Camilo Minero.
    El pintor Armando Solís al referirse a este acontecimiento escribió: “El premio no fue un simple hecho cultural, era un enfrentamiento ideológico-político de izquierda y derecha, ya que su mayor rival era nada menos que la pintora Julia Díaz, enfrentados históricamente. No considero este fenómeno como una difusión forzada, por medio de medidas administrativas en particular, jugó todo un proceso ideológico desde que se anunció el premio”. 

Miguel Angel Orellana y Camilo Minero (Foto: Mariano Galán)
 
   “El problema era como llevarlo a cabo, en ese caso jugamos papel importante Roberto Galicia, Presidente de Concultura, el jurado compuesto por Arq. Sonia Melara, Lic. Rosemary Vásquez Liévano, Prof. Jorge A. Cornejo, Arq. Luis Salazar Retana y el escritor Roberto Cea y por último mi presencia con la propuesta de Camilo Minero, por medio de la Universidad Nacional”, refirió Solís.
    El pintor Solís también incluyó una cita del Dr. David Escobar Galindo que dijo: “Este año, el Premio Nacional de Cultura, convocado en pintura en la Rama de Artes, se le otorgó con entera justicia, a Camilo Minero, cuya obra de extraordinario valor artístico y testimonial sobre nuestra realidad es un esfuerzo honrado de larguísimos años, que hoy en las vísperas de sus ochenta, se le reconoce en plenitud”.
   En Zacatecoluca se le rinde homenaje a Camilo, un busto elaborado por Salvador Borja Avila está en un triangulo a la entrada de la ciudad, muy cerca del barrio Analco, donde nació. Sus cuadros forman parte de la pinacoteca "Camilo Minero" de la Casa de la Cultura.
    En diciembre del 2005 la alcaldía municipal de San Salvador designó el nombre de Camilo Minero a la 29 Calle Poniente y Oriente, también en el Ministerio de Relaciones Exteriores se destacó su personalidad y su obra al darle su nombre a una de las salas.
   Los homenajes siguieron aumentando el caudal prestigioso del pintor, la Asamblea Legislativa lo declaró el 3 de marzo de 1998 “Hijo Meritísimo de El Salvador”  y la Universidad de El Salvador le entregó el título de Dr. Honoris Causa en el 2001. Camilo falleció el 6 de mayo del 2005 dejando una herencia artística para las generaciones presentes y futuras.
   
Camilo con sus padres (Cortesía Arq. Hugo Soriano).
  
  

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