Manuel M. Martínez (M3): El primer agrónomo que tuvo Zacatecoluca

“Inclinase a la agricultura”, escribió la profesora Ninfa Margarita Iraheta, en el certificado de promoción del sexto grado que le entregó al niño Manuel Mauricio Martínez Rivera, firmado el 18 de octubre de 1947, en el Colegio San Agustín, de Zacatecoluca.

“Nos entregaron los certificados. Algunos decían: inclinase a las leyes, la medicina, etc. Solo el mío decía: inclinase a la agricultura. Cuando lo mostré a mis compañeros, se rieron de mi persona y uno me dijo: Vas a ser mandador de finca y no vas a pasar de zope a gavilán”, relató el ya agrónomo al escribir, en 1998, su libro “50 Años de mi vida Zamorana”, edición que donó a esa escuela.


A los once años Manuel Mauricio disfrutaba cuando los sábados su abuela Luisa Pereira v. de Rivera (1866-1950) le ordenaba ir a la hacienda Las Tablas, propiedad de la familia, situada a 12 kilómetros al sur de Zacatecoluca.

Montaba su caballo llamado Gorrión y colocaba las alforjas donde llevaba el almuerzo. Regresaba noche con el “informe sobre: número de trabajadores, vacas paridas, racimos de guineos cortados, cosechas de otras frutas, etc.”

“Desconocía lo que era vocación, pero era feliz observando la vida del campo, la sencillez y sinceridad de la gente, el verdor de la campiña, el curso de un río poblado de árboles a ambos lados, el trinar de las aves, el mugir del ganado, el ladrar de los perros cuando alguien se acercaba, el canto de los gallos en la madrugada...”, escribió M3.

La abuela, a la que él llamaba Mamá Licha, era hija de Josefa Buiza y Agapito Pereira, el patrimonio familiar provenía de doña Josefa.

Luisa Pereira se casó con Manuel Rivera Carrillo. La pareja tuvo un hijo que falleció a temprana edad, José, y tres hijas: Conchita, Angelita y María Luisa, de apellidos Rivera Pereira.

María Luisa contrajo matrimonio civil en 1925 con José Agustín Martínez en la ciudad de La Unión y dos días después fue el religioso en Zacatecoluca, tuvieron cinco hijos: José Agustín, Martha Elizabeth, Raúl Vicente, Manuel Mauricio y María del Consuelo, que al ordenarse como religiosa de la Congregación de Bethania fue nombrada María Luisa.

Manuel Mauricio y María del Consuelo se criaron, en sus primeros años, con su abuela Luisa Pereira, a quien Manuel describe como santa, “pero de carácter firme y definido, especialmente en el trato conmigo, pero a medida que fui creciendo y por la influencia de los compañeros de escuela me fuí tornando rebelde”.

La abuela tenía colgado de uno de los pilares de la casa “un órgano viril de toro disecado y retorcido, como quien dice se trataba del reglamento disciplinario exclusivo para mí. Si yo hacía algo que mi abuela consideraba inadecuado, inmediatamente descolgaba el mencionado barzón y me aplicaba tantos golpes, según la falta cometida”.

M3 Inaugura convención zamorana en Ecuador, 1976.
El ingeniero agrónomo en la entrevista que le hice para Los Motetes del Tecolote el miércoles 13 de octubre de 2013 en su oficina al costado sur del Gimasio Nacional de San Salvador, contó que en su infancia al ir a la hacienda Las Tablas siempre le acompañaba su hondilla, con la que disparaba a las gallinas.


En una ocasión llegó una de las vecinas, comadre de la abuela, a quejarse que el niño le había matado una de sus mejores gallinas. Doña Luis le preguntó que cuanto valía el ave. La señora respondió que el precio era de cinco pesos, los cuales fueron pagados de inmediato por la abuela.

Al retirarse la señora, con los respectivos saludos para los ahijados, la abuela tomó el barzón de toro y para dar cumplimiento a la disciplina le aplicó a Manuel, doce azotes.

Más adelante relató que en una ocasión se fue con unos amigos a Usulután, sin dinero y sin boleto y al regresar al día siguiente optó por dormirse detrás del piano para “dar la impresión que ahí había estado”, la abuela no creyó la mentira y aplicó la disciplina: más azotes.

En julio de 1946 la Escuela José Simeón Cañas organizó una excursión a Santa Ana para asistir a las festividades patronales. Los alumnos habían ahorrado dinero que lo tuvo en depósito el profesor Carlos Barahona Roque, que entusiasmado con el jolgorio santaneco no vaciló en gastárselo en aguardiente.

Visto por Toño Díaz. 2005.
Sin dinero para disfrutarlo pasaron jugando y durmiendo en la Escuela “Anita Alvarado”, donde fueron alojados los varones. A pelotazos quebraron ventanas, al estar en las camas se lanzaron zapatos, animales disecados y hubo otras travesuras. El castigo: la expulsión, incluyendo el profesor.



En su libro “50 Años de mi vida Zamorana”, relató que una vecina llevó a su casa “el diario 'La Tribuna' y se lo mostró a mi madre. En la última página y bien destacado aparecía la nota que decía: Ministerio de Educación ordena expulsión de estudiantes”.

Los expulsados fueron además de Manuel Mauricio, Rodolfo Varela, Luis Rodríguez y Eduardo Díaz Bach. Ese año ninguno pudo seguir sus estudios.

En 1947 Manuel Mauricio ingresó al Colegio San Agustín, de aquí escribió que al llegarse el día de graduación de su instrucción primaria en el acto de graduación interpretó en guitarra la canción Enamorada, la audiencia le pidió otra, “pero tuve que repetir la misma, pues era la única que tocaba bien”.

Se llegó el momento de decidir por otro rumbo en la vida, y su mamá en una vela del esposo de Soledad Romero, se enteró por medio de la señora Mema Varela, que en Honduras existía una escuela de agricultura llamada El Zamorano. Ella le consultó a su esposo Purificación Sierra, con quien se casó después de quedar viuda, acerca de ese centro de estudios.

El Dr. Sierra, abogado, siendo hondureño, sabía de El Zamorano y comenzaron a realizar los trámites para que Manuel Mauricio buscara ingresar a esa institución cuyo nombre oficial era Escuela Agrícola Panamericana, situada en el valle del río Yeguare, 35 kilómetros al oriente de Tegucigalpa. La metodología de enseñanza estaba fundamentada en “Aprender haciendo”.

M3 muestra flores de su producción
“Me fuí al Zamorano el 16 de marzo de 1948, soy el primer agrónomo que se graduó en Zacatecoluca” en esta profesión dijo M3, en la entrevista que duró más de dos horas salpicada de anécdotas y de aventuras de un profesional que en la práctica ha mostrado que sus conocimientos los comparte con sus vecinos, con sus amigos, con los lectores de periódicos.


“Cuando llegué a la escuela pesaba 165 libras y medía 1.70 metros, al graduarme, tres años después, pesé 190 libras y medí 1.78, actualmente peso 180 y mido los mismos 1.78”, describió Martínez, quien su correo electrónico lo firma como emetres.

También mencionó que cuando cursaba el segundo año en El Zamora en 1949 descubrió que “tenía cierta vocación por el periodismo, posiblemente heredado de mi abuelo paterno, el general José Agustín Martínez, quién escribió en los diarios allá por la época de los 20-30. Mi abuelo tenía la particularidad de escribir sobre temas serios, pero colmados de mucho humor”.

En la Escuela Agrícola, M3 decidió publicar un periódico llamado El Zancudo, “porque a todos picaba”, y los viernes antes de la exhibición de una película leía lo ocurrido durante la semana, todo en estilo humorístico, que llegó hasta que le ordenaron suspenderlo por un incidente que se dió con uno de los estudiantes.

En las vacaciones que comenzaban en abril volvía a Zacatecoluca, tiempo que aprovechaba para nadar en las piscinas de Ichanmichen y jugar como portero del Once Viroleño, ir a la playa Los Blancos, sin dejar de lado las visitas a sus amigas como Tita Jaimes, que estudiaba en la Escuela Normal España.

Se llegó el día de la graduación, el 3 de marzo de 1951, asistieron de la familia su madre María Luisa, su tía Angela Rivera de López y su hermana Consuelo. Antes del acto se reunieron en la casa del director de la escuela, Dr. Wilson Popeone y encabezados por él entraron al Zemurray Hall.


Se graduaron 37 agrónomos entre centroamericanos, cubanos, colombianos, ecuatorianos y venezolanos.

Martínez se inició como Agente de Extensión Agrícola, en el Ministerio de Agricultura y Ganadería, en junio de 1952, en San Vicente. En enero de 1955 pasó a ser Supervisor de Extensión Agrícola y 3 años después fue nombrado director de esta dependencia. En 1964 se hizo cargo, durante 4 años, de la Dirección General de Ganadería.

“Debo decirle que ese trabajo (agente de extensión agrícola) es el menos remunerado que he tenido, pero el que más satisfacciones en la vida me ha dado, eso de ayudarle a la gente a mejorar sus cultivos”, dijo Manuel Mauricio, agregando que al mismo tiempo era el encargado de los Clubes 4-C (cabeza, corazón, conocimiento y cooperación).

Ana Eleonora Carballo de Martínez (1937-1995)
En 1958 contrajo matrimonio con Ana Eleonora Carballo con quién tuvo dos hijos: Manuel Mauricio y Gustavo Enrique Martínez Carballo. Ella falleció el 31 de octubre de 1995. “Agradecí a Dios por haberme permitido gozar 38 años de su compañía en un matrimonio, que si no fue ejemplar, estuvo muy próximo a serlo”, expresó tiempo después M3 en su libro.


Dejó de trabajar en el ministerio e ingresó al cuerpo de técnicos fitosanitarios de Bayer el 20 de junio de 1968. Su jefe Hans G. Husko le indicó que tendría un mes de adiestramiento en la oriental ciudad de San Miguel y que su instructor sería Claus Justus. De esta empresa se jubiló en 1994.

Sin embargo, Bayer no quiso que se desligara totalmente y le vendieron las oficinas de San Salvador y Santa Ana, creando la empresa “M3 Asociados S. A. de C.V.” que al momento de la entrevista ha cumplido 19 años de funcionar.

“Siempre tuve la pila de escribir, de noche escribía para El Diario de Hoy”, me dijo, al mismo tiempo que me mostraba los dos tomos de sus 580 artículos publicados en este periódico y que los editó Casa Presidencial con un prólogo del entonces mandatario (1994-1999), Dr. Armando Calderón Sol.

Dejó de escibir para El Diario de Hoy cuando nombraron de jefe de la sección agrícola a una señorita que “como no sabía de cosas de agricultura me le cambiaba los títulos a los artículos... entonces me retiré. Años después el director ejecutivo de La Prensa Gráfica, José Roberto Dutriz me dijo: don Meme porqué no nos ayuda, y le dije, yo les ayudo con una condición, que los artículos tienen que escribirse todas las semanas. Porque para mí el éxito de una publicación es la continuidad”, relató Martínez.


Comenzó a escribir para La Prensa Gráfica desde 1996. El miércoles 24 de octubre del 2012 se publicó su artículo número 600 de “Gotas Agrícolas”, por lo cual la periodista Keny López le hizo una entrevista que la publicaron en las páginas 28 y 29 del 22 de octubre de ese año. Dijo que a El Salvador “le hace falta formar empresarios y escoger mejor los cultivos, para finalmente levantar al sector agrícola nacional”.

Manuel Mauricio Martínez nunca ha dejado su vínculo con Zacatecoluca donde nació el 20 de noviembre de 1931. Durante 18 años patrocinó los premios de pintura del certamen que hacía la Casa de la Cultura cuando era dirigida por el profesor y poeta Roberto Monterrosa.

Tiene su finca Zamorano I, que su mamá se la compró poco después que se graduara, la cual está a la entrada de la ciudad, dividida por la carretera que va de Comalapa hacia Zacatecoluca.

“Tengo una propiedad que está en el cantón Los Platanares... yo inicié el cultivo de flores y hoy con las flores que salieron de la finca (Zamorano II) de una u otra forma, todo el cantón produce flores”, relató M3, agregando que el Día de la Madre y el de Difuntos, en Zacatecoluca se vende la producción.

Después de 13 años de haber enviudado, el primer agrónomo de Zacatecoluca volvió a casarse. Esta vez fue con la empresaria Blanca Julia Rivas, también como su primera esposa, originaria de San Vicente.

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